Reflexión 2 - Status

Si hay una cosa que la mayoría de las personas aman –independientemente de su nivel social- es el status. En el corazón humano existe un deseo desesperado de mostrar a nuestro alrededor y a quienes nos rodean todo aquello que poseemos, de lo que somos capaces de hacer y los logros que pudimos obtener; todos nuestros éxitos y conquistas.

Uno de los hábitos más comunes en la sociedad en la que vivimos hoy en día es el de comparar. Muchas personas desperdician sus vidas tratando de alcanzar un status -una posición determinada- y el medio que utilizan para lograrlo es la comparación. Se miden según los parámetros de quienes los rodean, según lo que la sociedad les impone. Lo que no se dan cuenta es que vivir comparándose a los demás es como correr detrás del viento. Porque una vida basada en la comparación está llena de codicia y envidia: uno al compararse con otro nunca se satisface con lo que posee o con lo que logra, ya que anhela aquello que tiene o logra el otro, y si es posible, aún más que él.

El status en sí no es malo, pero sí puede ser malo lo que uno quiera lograr con él, la motivación detrás de la necesidad de alcalzarlo.

¿Cuáles son tus verdaderas motivaciones?
- No pongas tu corazón en las apariencias. Al final de todo siempre queda en descubierto quien realmente sos
- No te compares a los demás. Vos sos especial, único y hay un propósito que solamente vos podrás cumplir. Para descubrir tu propósito primero debés descubrirte a vos mismo.
- No tenés que mostrar ni probar nada a nadie. Cuando intentás probar o mostrar algo a los demás es porque sos inseguro. Y una persona insegura es manipulada por las circunstancias y por los demás.

¿Status o vida sólida?
Cada decisión tiene un precio distinto y es claro que para obtener una vida sólida y consistente el precio será más alto. Una vida sólida está basada en la verdad, y la verdad confronta y saca a la luz las verdaderas motivaciones. El resultado final de esta decisión es un corazón íntegro, plenitud de vida y cumplimiento de un propósito.

“Donde está tu tesoro allí también estará tu corazón”